La intrigante historia de Thierry Russel, padre de Athina Onassis

Un hallazgo trágico y un legado familiar

El 19 de noviembre de 1988, se descubrió el cuerpo sin vida de Christina Onassis en el country Tortugas, cerca de Buenos Aires. Este evento no solo generó especulaciones sobre las circunstancias de su muerte, sino que también despertó interés en la relación que tuvo con Thierry Russel, su cuarto esposo y padre de su única hija, Athina Onassis.

Thierry Patrick François Roussel nació el 16 de febrero de 1953 en Neuilly-sur-Seine, cerca de París. Su padre fue Henri Julien Gaston Roussel, presidente y director general de los Laboratorios Farmacéuticos Roussel Uclaf. Su madre, Francine Grinda, provenía de una familia con conexiones políticas en Francia.

Después de finalizar sus estudios secundarios en 1972, Thierry continuó su formación académica en la Universidad Panthéon-Assas. Tiene dos hermanas: Patricia y Christine Roussel, quien es duquesa viuda de Luynes. Además, su tío materno Jean-Noël Grinda fue un destacado tenista francés.

La fortuna familiar proviene principalmente del éxito empresarial del grupo farmacéutico Roussel Uclaf, que fue uno de los más importantes en Francia durante los años veinte.

Thierry ganó notoriedad por su relación con Christina Onassis; se casaron en 1984. Sin embargo, su matrimonio ya enfrentaba problemas cuando nació Athina el 29 de enero de 1985. Los rumores sobre infidelidades por parte del empresario francés comenzaron a surgir antes del nacimiento de su hija. Christina había tenido una breve relación previa con Carlos Falcó.

A lo largo del tiempo, Thierry mantuvo una relación paralela con la ex modelo sueca Marianne «Gaby» Landhage, con quien tuvo dos hijos mayores: Erik y Sandrine. Finalmente se casó con Gaby en 1990 y ampliaron la familia con Johanna en julio de 1991.

A un mes del fallecimiento de Christina, Russel compartió sus sentimientos con una revista argentina: «Fui el único que la amó... Le ofrecí lo máximo que pude: el amor de un hombre y una vida sin sobresaltos». Estas palabras reflejan la complejidad emocional detrás del final trágico.

La herencia dejada por Christina fue administrada durante la infancia de Athina por una Junta compuesta por varios fideicomisarios incluyendo a Russel. En medio de disputas familiares sobre los fondos heredados, un tribunal determinó que la herencia debía ser transferida a KPMG Fides en Suiza.

Cumpliendo los requisitos legales al alcanzar la mayoría edad, Athina pasó a controlar parte significativa del patrimonio familiar; sin embargo, enfrentó desafíos para asumir roles dentro del legado familiar debido a cuestionamientos sobre sus vínculos con Grecia.