Elsa Maxwell, la periodista que desafió a Rainiero de Mónaco y Grace Kelly

La reina de las fiestas
A Elsa Maxwell se le conocía como la reina de las 10.000 fiestas, un título que reflejaba su incansable participación en eventos sociales. Esta organizadora de eventos, que también se destacó como periodista, era bajita, regordeta y tenía una mirada astuta. Elsa disfrutaba creando cenas, banquetes y galas elegantes para luego compartir con el mundo lo que sus ojos privilegiados habían presenciado a través de sus columnas. Ni los reyes ni las reinas, mucho menos el príncipe Rainiero y Grace Kelly, escaparon a sus afiladas crónicas.
No es sorprendente que sus principales objetivos fueran los más adinerados, aunque su pluma se cebaba especialmente con aquellos privilegiados que caían en desgracia. Durante su época, marcada por guerras y linajes reales en declive, el mundo estaba lleno de personajes dignos de ser retratados.
Entre sus numerosas víctimas se encontraba el rey Faruk de Egipto, quien llegó a demandarla en tribunales franceses tras leer cómo ella había rechazado una invitación a una fiesta suya porque no frecuentaba “payasos, simios, depravados ni malhechores”. Faruk solicitó cinco millones de dólares como indemnización por esa única línea. Sin embargo, Elsa aprovechó la ocasión para organizar una velada en París con 400 invitados donde cantó la famosa Maria Callas.
No es extraño que Elsa Maxwell también dirigiera sus críticas hacia la célebre pareja formada por Grace Kelly y el príncipe Rainiero de Mónaco. El matrimonio parecía un cuento de hadas entre la actriz más bella (y rica) y el príncipe europeo; sin embargo, Elsa no dudó en expresar su desdén casi inmediatamente después de la boda: “Lamento la boda de Grace con un hombre que no tiene espíritu ni personalidad”.
Aquella crítica provenía del conocimiento profundo que tenía sobre el principado monegasco; en los años 20 había sido contratada por la Monte-Carlo Société des Bains de Mer para posicionar Mónaco como un destino turístico atractivo para las grandes fortunas.
El 16 de julio de 1928, Elsa orquestó la inauguración del Monte Carlo Beach Club, un complejo diseñado para ofrecer privacidad a los VIPs. La fiesta fue tan extravagante que quedó grabada en la memoria colectiva: barcos llegaban desde diversas localidades cercanas llenos de jóvenes bellas descansando sobre cojines lujosos mientras atletas disfrazados hacían acrobacias acuáticas.
A pesar del éxito inicial del evento y su contribución al auge económico del principado, veinte años después las relaciones entre Elsa y Rainiero comenzaron a deteriorarse. Esto pudo deberse a que el príncipe empezó a monetizar su fama sin contar con ella o porque ya no necesitaba sus servicios tras contratar a una agencia publicitaria estadounidense para promover Mónaco globalmente.
A medida que pasaron los años y nació la primera hija del matrimonio real en 1957, quedó claro que la ruptura entre Mónaco y Elsa Maxwell era evidente. Desde apuestas sobre el sexo del bebé hasta fotografías exclusivas vendidas por miles fueron parte del espectáculo mediático al cual ella ya no pertenecía. Esto llevó a Elsa a criticar abiertamente al matrimonio real monegasco e inspirar a otros cronistas norteamericanos a hacer lo mismo.
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